© | A quién no le pasó de sentirse así alguna vez.
¿Cómo puede una canción atravesarme y que a otro no le provoque nada?
¿Qué libro leo?
¿Me como la medialuna o no como la medialuna?
¿Cuánto falta para irme?
¿Sobre qué escribo?
¿Qué pensará de mí mi jefe?
¿Cuándo pido un aumento? ¿Cómo lo pido? (¿Puede hacerlo alguien por mí?)
¿Por qué hay gente tan mala onda por chat? ¿Qué tanto cuesta meterle un poco de onda?
¿Me odiará la gente a la que no le contesto?
¿Qué pido para mi cumple?
¿Le debo plata a alguien?
¿Cuándo veo al Tano?
¿Qué hago con todo esto que siento? ¿Con todo esto que pienso?
¿Cuándo empieza el calorcito?
¿Qué hora es?
¿Por qué pasan siempre las mismas canciones en la radio?
¿Me animaré alguna vez a ser todo lo que quiero ser?
¿Es verdad que puedo acceder a mis memorias? ¿A todas? ¿O me voy a olvidar?
¿Leyó mis mails? ¿Cuál leyó?
¿Quién me robó el papel higiénico/desodorante/pasta de dientes del baño?
¿Por qué los pasajes son tan caros?
¿Cómo se llama esta canción?
¿Cómo voy a ganar plata?
¿Cómo me voy de grupos de Whatsapp sin quedar mal? ¿Se puede?
¿Por qué el ser humano hace arte?
¿Como surgió la pasta de dientes? ¿Qué hacían antes?
¿Qué quisiste decir cuando me dijiste eso?
¿Cómo traducir todo esto – todo – en palabras?
¿Vale la pena escribir si ya esta todo dicho, si existen Leilas Guerrieros, si existen genios que ya lo dijeron todo?
¿Qué estoy haciendo?
¿Qué tengo que hacer?
¿Tengo que hacer algo?
¿Por qué me da tanto miedo escribir de la tristeza, de mi tristeza? ¿Será porque me da miedo que el resto piense que estoy triste? Sí estoy triste. Y feliz, también. Esta soy yo sin filtro de Instagram. Esto era lo que quería.
¿Cuál es el sentido?
¿Cuál es el sentido?
¿Cuál es el sentido de todo esto, de todos nosotros, de todo esto que estamos viviendo? ¿Dónde está, dónde lo encuentro? ¿Hay alguno, o somos nosotros, dibujándolos para sobrevivir?
*
No tengo respuestas. Como no las tengo me niego a escribir porque una voz en mi cabeza me dice que no tiene sentido llenar este espacio con más preguntas. Ya todos tenemos demasiadas como para leer las inquietudes infinitas de otra persona.
Entonces espero. Quieta, aguardo el golpe de alguna certeza que me inspire y me diga ESTO. ACÁ. ESTA ES LA VERDAD SEGURA, YO SOY TU TEMA, ESCRIBÍ SOBRE MÍ. Hace tiempo espero y nada me golpea, excepto unos dedos sobre mi hombro: me doy vuelta y las veo llegar: más y más preguntas que vienen para anidarse en el estómago y en el fondo de mi mente.
No tengo respuestas. No ahora. Le pregunté a mi psicóloga:
– ¿Van a venir en algún momento?
– No importa – me respondió -. Que vengan las preguntas. Las preguntas significan acción.
Las preguntas significan acción. Algo se abre. Pero me incomodan tanto… Y sin embargo me empujan, me incitan a buscar. Me muevo / me muevo / me muevo en una galaxia rotatoria de signos de pregunta y no sé a donde me llevan.
Las preguntas significan acción. No tengo respuestas. ¿Las tuve alguna vez? ¿Las tuvo alguien?
*
La vida: una conversación que va para adelante con preguntas y respuestas, una atrás de la otra. Tengo hormigas en la cola y me acuerdo de la maestra en primaria, retándome porque no me podía quedar quieta, y pienso: qué mal. ¿Cómo no nos acostumbraron a vivir con estas hormigas, a lidiar con ellas, a saber qué hacer con esos bichos, con esta imposibilidad de quedarme en un lugar, con esta incertidumbre? Si van a estar siempre.
A veces me da pudor publicar algo triste. Me convenzo a mí misma de redondear el artículo con palabras sanas y contentas, algún tipo de moraleja, una advertencia a los lectores de que “está todo bien“, para no preocuparla a mi vieja que sé que lee esto o asegurarme de que quede claro de que siempre es mejor estar contento. Hoy no lo voy a hacer, porque en este último año aprendí a que la vida es eso: un poco de todo. Pretender que solo vale la pena la dimensión de la alegría no es suficiente: es una porción incompleta de lo que es la experiencia humana. (Sin embargo estamos tan acostumbrados a actuar como si eso fuera todo. Buenos momentos, foto, filtro, y a las redes. Cuánto nos falta.)
Aprendí algo.
Sobre la experiencia humana, digo.
Aprendí que el dolor no es malo ni es bueno y que tenemos una perspectiva muy distorsionada de él. Simplemente es. Hacemos esfuerzos monumentales por escaparlo sin darnos cuenta de que es un ingrediente más dentro de la mochila que llevamos a cuestas. El dolor es un elemento más de nuestra vida, con sus ventajas y sus desventajas, y tenerle miedo es absurdo, un gasto de energías. Está ahí o no está, va y viene, y cuando viene, ya está, hay que hacerle un lugarcito hasta que se vaya.
A veces también me parece contraproducente publicar más preguntas que respuestas. Estaría mintiendo si escribiera certezas para que ustedes lean porque no las tengo y no soy quién para dárselas. Hace tiempo, si nos leen, saben que acá no van a encontrar ninguna.
*
© // Texto de Stephen Chbosky en su libro Las ventajas de ser invisible (en inglés The Perks of Being a Wallflower). Muy, muy, muy recomendado.