Por esto soy anti-tecnológica

Mis amigos me tildan de hippie, me reclaman que tardo en responder mensajes, se molestan porque no atiendo el teléfono. La razón de esto es que no me gusta estar las veinticuatro horas disponible.

No es solo que no me gusta: no puedo. Es irreal que se exija de mí, o de cualquiera, que pueda estar disponible a cualquier hora del día.

Me declaro en huelga. Para ser honestos, estoy en huelga desde hace años, pero ahora lo formalizo. Amigos, familia, lectores, les escribo para decirles que me rehúso a participar del sistema que me exige que responda de forma inmediata. (Nótese la diferencia: voy a responder, pero no inmediatamente.)

La supremacía de la velocidad del mensaje sobre el contenido es algo que desde hace tiempo me molesta. Durante la época del MSN, tenía al menos la opción de mostrarme Ausente o No Disponible. De esta forma, podía escribir o contestar a quien quisiera y cuando quisiera; mi ausencia podía deberse al cumpleaños de una tía, quién sabe. ¡Y cómo explicar mi felicidad cuando apareció la posibilidad de chatear estando offline!

El problema se agravó cuando la comunicación por chat se traslado de la computadora al celular. Antes estábamos solo disponibles de cinco a nueve, cuando nos sentábamos en la compu después del colegio. El celular, en cambio, lo llevamos a todos lados. ¿Alguien se dio cuenta de que el Whatsapp está siempre conectado? No tiene la posibilidad ni de Ausente o No Disponible: es todo o nada. O tenés o no tenés, y si lo tenés, es a toda hora. Me parece dictatorial y le tengo miedo.

Todos, por alguna razón que no sé ni entiendo, creímos que tener Whatsapp en el celular significaba que el mundo podía reclamar nuestra atención en cualquier momento y en cualquier lugar. Pero es una ilusión. Al estar conectados 24/7, nunca nadie tiene mi completa atención. Si contesto al instante, lo más probable es que lo haga mientras escucho cómo le fue a mi hermana en su día de trabajo, mientras pienso qué cosas hay que comprar en el supermercado, o mientras navego a través de mi ansiedad sobre qué va a ser de mí la próxima semana. Entre todo esto tumulto, escribo mi respuesta: “jaja sí obvio”.

Nadie se merece tan poca atención ni tan poco interés.

Llamadas telefonicas

© | “Una llamada es una petición, no un requerimiento”. Me tomo la libertad para trasladar este comentario a otra área más actual: “Un mensaje de Whatsapp no es una obligación que debe ser atendida al instante”.

La única moneda que tenemos es nuestro tiempo. Cuando trabajamos, lo que estamos vendiendo es nuestro tiempo; se nos pagan las horas que pusimos de nosotros. Por esta razón, este sistema me parece abominable: sin darnos cuenta y sutilmente se nos está yendo la vida contemplando los dos ticks, grises o azules

¿Qué pasó con el aburrimiento?

¿Qué pasó con pasar días tratando de acordarnos del nombre de tal o cual actor, padecer del placer y del sufrimiento de tenerlo en la punta de la lengua, en vez de buscarlo por Google?

¿Qué pasó con el cultivo de la paciencia?

¿Qué pasó con responderle a nuestros seres queridos contestaciones que valgan la pena, y no palabras vacías y repetidas? ¿Cómo  discernir entre las ocho personas que esperan mi respuesta en este momento, si lo que les escribo se parece tanto que no sé qué le mandé a quién? Me desespera sentir que mis amigos se convierten en sus fotos de Whatsapp y que mis conversaciones con ellos se parecen demasiado a otras.

Estamos tan confundidos, nos metimos tan adentro, que priorizamos más la cantidad al contenido. Más la regularidad que la calidad. Estamos teniendo simulacros de conversaciones.

Propongo entonces que nos aburramos – un día, una semana, un mes entero.

Cuando estoy en una sala de espera, sola en una cola o rodeada de desconocidos esperando a que llegue una cara familiar, me desafío a mi misma. Dejo el celular en la cartera y obligo a mi mano, tensa y desesperada, a que se quede quieta. Hago un esfuerzo para no esconderme atrás de una pantalla y, en cambio, predisponerme a lo desconocido. No es un paso gigante, pero es algo por donde empezar.

A falta de qué hacer, miro alrededor. Observo cómo esperan las personas, veo quienes no pueden con la presión y abren su Instagram para ver fotos que ya vieron. Me entretiene ver a los viejos porque están acostumbrados a esperar y se puede aprender cómo mirándolos. Si no tengo ganas de observar, saco un libro y leo; saco mi cuaderno y escribo; no saco nada y pienso.

¿Hace cuánto no nos aburrimos? ¿Por qué le tenemos tanto miedo?

Lo que nos olvidamos es que el aburrimiento no es nada más y nada menos que la antesala de algo bueno.

Es a partir del no hacer nada en donde surgen las mejores ideas, la creatividad, soluciones – y es ahí a donde quiero llegar. No quiero que mi capacidad de asombro ni de creación se termine nunca, y menos que menos de una forma tan vacua, gradual y poco original como la de Distracción por Pantalla.

Busco animarme a dar el salto a lo desconocido: ¿qué hay detrás del aburrimiento? ¿Con qué parte de nosotros mismos nos asusta tanto encontrarnos?

Grant Snider

© | Para encontrar el secreto de la vida tenemos que estar atentos, con los ojos abiertos, sin dejarnos distraer. No quiero perdérmelo por estar mirando Facebook.

Algunos amigos, a la distancia y por falta de señales, me escribieron mails. Fue linda la sensación de abrir la bandeja de entrada y encontrarme con algo que no fuera spam, pienso que la misma que haber encontrado una carta en el buzón entre la publicidad. (Qué grandes estamos como para recordar el mail como algo de antaño.)

Fue la mejor de las ideas. Escribir mails y que pasen días entre cada respuesta permite, a mí y a mi remitente, separar una parte del día para concentrarse plenamente en la otra persona y en lo que envió. Cuando le contesto, estoy concentrada en la otra persona… y también en mí, porque para escribir algo que valga la pena, hay que conectar siempre con adentro. Es un momento de reflexión mutua: mejor calidad que inmediatez.

Además – y esto es lo mejor – escribir mails posibilita que cada uno cuente con sus palabras. No puedo explicar la libertad – ¡el alivio! – que sentí al venir a Barcelona y que nadie tuviera idea de lo que hacía. Es inexplicable, y también peligroso, porque le tomé el gustito y es probable que me haga adicta. Estos dos meses de estar en otro lugar me dieron eso: me fui y nadie supo que era de mí. Nada de esto fue resultado de una decisión premeditada si no porque necesitaba (y sigo necesitando) un espacio desconectado para poder empaparme de lo importante.

Vaciar mi día de todo y llenarlo de a poco con lo que quiero. Es mas fácil hacerlo lejos de casa porque lo armo desde cero.

Elijo armar una vida analógica, una que me permita estar más conectada con el resto y conmigo misma, y no con fotos de perfil.

La cantidad de cuadernos que podriamos llenar con el tiempo que recuperariamos...

© | ¡La cantidad de cuadernos que podríamos llenar con el tiempo que recuperaríamos, la cantidad de libros que podríamos leer!

“La mayoría de nuestras tecnologías de comunicación empezaron como sustitutos para una actividad imposible. No podíamos vernos siempre cara a cara, entonces el teléfono hizo posible mantener el contacto a la distancia. Uno no está siempre en casa, entonces el contestador hizo una especie de interacción posible sin que la persona esté cerca delteléfono. La comunicación online nació como un sustituto a la comunicación telefónica que se consideraba, quién sabe porqué, muy pesada e inconveniente. Y despues vinieron los mensajes, que facilitaron la comunicación más rápida y móvil. Estas invenciones no fueron creadas como mejoras a la comunicación cara a cara si no como sustitutos reducidos pero aceptables.

Pero pasó algo raro: empezamos a preferir los sustitutos”.

Jonathan Safran Foer

 

4 comentarios en “Por esto soy anti-tecnológica

  • Contestar sexymech 03/06/2015 at 7:30 pm

    Buenisimo shaps!
    (Enviado por whatsapp a las 00.28) jiji

  • Contestar santi 07/06/2015 at 4:09 am

    Que lindo ver como creciste, vagabunda!

  • Contestar La tecnología, ¿más desenfrenada que el amor? - PAC 27/06/2015 at 7:14 pm

    […] Escribo esto y me da nostalgia, y eso que soy una nativa digital. Pienso en el film You’ve Got Mail donde, si bien los personajes se conocieron digitalmente, […]

  • Contestar Flor 06/01/2016 at 10:33 am

    Me encantó y coincido totalmente!

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