When I’m not actively creating something, I’m actively destroying something.
Elizabeth Gilbert, Big Magic
En mi opinión, a esa oración le falta una parte: So go create something, goddammit.
El 2015 fue para mí el año del coraje y uno de los aspectos en los que me animé a ser valiente fue en lo creativo. Comí y comí libros, ensayos y artículos sobre arte, sobre el proceso creativo desde que se gesta una idea hasta que se materializa, sobre el oficio de escribir, sobre la creatividad en la vida y en la profesión, sobre diferentes autores y sus biografías y sus hábitos.
Lo más importante, sin embargo, fue otra cosa. Un detalle que para quienes me rodean pasa desapercibido pero que para mí vibra como un amplificador a máximo volumen: pasé del pensar al hacer. De lo teórico y lo conceptual y los pensamientos a la masa sólida y concreta de lo práctico, a las manos sucias, al cuerpo transpirado, a la alegría de haber traído algo al mundo que antes no estaba.
Y eso, señores y señoras, para mí, es un salto cuántico.
Empecé a construir mi propio árbol de influencias para que mis mentores me guíen, retomé la escritura en mi diario, tomé clases de canto por primera vez en mi vida (algo que quise hacer siempre y nunca me animé), participé de talleres de escritura y de literatura, agarré el lápiz-el pincel-el acrílico-la tinta china después de cinco años y seguí insistiendo a pesar de mi espanto ante los primeros resultados. Nos ofrecieron a Cloé y a mí una sección regular en un programa de radio, fuimos invitadas a exponer este blog en un evento cultural. Y un tierno etcétera.
Si se mira con atención hay, en esa lista, otro salto cuántico: que pasé de lo privado a lo público y es en esto en lo que me quiero detener. Tomemos como ejemplo mi cuenta de Instagram. Pero para hablar de mi cuenta de Instagram tengo que remontarme a otra historia antes, así que si me permiten divagar…
Como buena Virgo que soy, ordenada, estructurada, tengo el disco duro de mi computadora muy organizado. Entre tantas carpetas, hay una que se llama “Imágenes”, que contiene otra que se llama “Fotografía” y que es donde compilo, desde hace años, fotos extraordinarias que encuentro en Internet y que me pulverizan. Sus orígenes varían: pueden salir del blog de Aniko Villalba, de algún conocido de Facebook, de Rookie Mag… (Las guardo, eso sí, siempre con el nombre de quién sacó la foto. La regla más importante en el universo digital es saber de dónde vienen las cosas y dar crédito por las cosas prestadas.)
Empecé a coleccionar las fotos de una amiga de amigos que me aparecía continuamente por la nube de contactos en común, y se me caía la baba al descubrir las nuevas que iba publicando; se me retorcían los adentros de envidia y de asombro al ver que alguien estaba tomando las fotos que yo quería sacar. Hice entonces lo que cualquier stalker como yo haría: seguirla en Instagram y likearle todo, meses después agregarla en Facebook y likearle todo.
Pensé: yo sé lo que ella hace, yo sé (o al menos intuyo) que tenemos (o al menos aspiramos) a la misma estética visual pero, ¿cómo puede saberlo ella de mí? ¿Cómo puede saberlo cualquiera? Si lo único que tengo en mi Instagram son fotos de mala calidad y saturadas en filtro de mi cara. ¿Por qué no, como ella, subo a Instagram fotos mías que me gustan, que tengo enterradas en mi computadora?, ¿por qué no, como ella, las desempolvo y las subo a Internet para que el resto vea lo que puedo hacer y la mirada que me interesaría pulir? Si yo pude admirar tanto el trabajo de alguien por lo que subió a las redes sociales, si lo que publicó me conmovió tanto, en técnica y en contenido, ¿por qué no animarme a la posibilidad de que lo que yo hago pueda causarle eso a alguien más?
¿Por qué esperar a que alguien venga y me diga, sin saber, de la nada, atinando a la suerte: vos, Sharon, seguramente vos tenés buen ojo, vení a sacar fotos/editame este artículo/dibujame este retrato? ¿Por qué ponerle tantas expectativas al otro si nunca vio material mío? Es injusto exigir tanto de los demás, por no decir ridículo. Las reglas de hoy son claras: si no está en Internet, no existe.
Y yo sí quiero existir.
Una vez escribí que cuando admiro mucho el trabajo de mis héroes me desespero porque caigo en la falsa creencia de la escasez: de que si a otro le va bien, entonces yo no tengo chances. Disipar esas dudas, la envidia, la inseguridad en mis capacidades es fácil: haciendo y aprendiendo y materializando. Dando luz a mis proyectos creativos.
¿Saben que pasó? Publicar mis fotos viejas me inspiró a sacar fotos nuevas. Es así porque la creatividad es un círculo virtuoso: cuánto más te metés, más querés hacer, más ideas te atosigan para que las concretes. La creatividad fomenta más creatividad. Al revisar mis fotos pienso en las fotos que tengo en mi carpeta de “Favoritas” y cómo hacer para que se asemejen cada vez más a esas.
¿Y saben qué me di cuenta? Exponer las cosas que uno hace y las que a uno le gustan atrae a personas que orbitan alrededor de los mismos gustos e intereses. Años de química secundaria para aprender que like attracts like y ahora lo entiendo todo. ¿Qué órbitas atraigo si solo publico selfies? Publicar lo que hacés un atajo – más rápido, más directo, una lanza directa – para encontrar mi tribu creativa.
Les dejo un fragmento de un post que escribió Elizabeth Gilbert donde condensó mucha de la nebulosa sobre la creatividad en algo potente :
Creativity is worth exploring, then, even if you never make a fancy living from it, even if you never win big prizes for it, even if you never show your work to anyone. It’s worth doing for what it does to YOU — not for how it lands on the world.
The most interesting part of creativity to me is the stubbornness and love involved, not the level of talent (whatever “talent” even means, in this context.)
Creativity is about having the courage to try something new, even if you’re not sure it will work.
Creativity is about becoming a scientist of your own experience, and returning to the laboratory of life again and again, to tinker around with different ideas.
Creativity is about becoming an active participant in your life — even if it’s only in a small and modest way — rather than just being a passive witness, as life happens to you.
Creativity is about choosing curiosity over fear — not just once or twice, but again and again and again and again…
Creativity is a way that we can leave a tiny handprint on the walls of our lives, proving: “I was here. I made a thing. I did this.” It doesn’t have to be Mozart. It doesn’t have to be Van Gogh. It doesn’t have to be monumental to be monumental. Creativity is one of the best ways we can prove to ourselves that we did not just come to earth to pay bills and die, but that we also came here explore the mysteries of expression — and to be unreasonable, whimsical, searching, curious, gorgeous, and sometimes just plain odd.
Creativity is one of the most effective ways to cause a revolution in your own heart.
Creativity is for everyone. Your ancestors did it; my ancestors did it; and I hope to God that you and your descendants will all do it, too.
Don’t ever let anyone tell you that you don’t belong in the realm of creativity, or that you aren’t invited. And don’t ever let anyone ever project their fears and insecurities about their OWN creative existence onto YOU.
Just keep making your own thing, and watch what happens to your own beautiful life as a result.
Más allá del producto, lo importante, lo hermoso, lo “revolucionario” de la creatividad es el proceso y es por eso que me aboco una y otra vez más a cargar la cámara, a sacarle punta al lápiz, a abrir mi cuaderno… Hacer algo con esta vida mía, con estas vidas nuestras.
Y si no está en la vida real? Existe?
Buenisimo Shaps!