Salgo a caminar y siento que todo lo que sucede alrededor fuese totalmente inaudible y se moviera en un ritmo contrario al mío. No sé exactamente qué pasa, pero me vuelvo ajena a todo y me encuentro sumida en la música, en las ocurrencias que se cruzan por mi cabeza, en el frío que cubre mi nariz.
Pero el sábado no estaba ida, no. Creo que aún soy capaz de distinguir entre el sonido del repiqueteo de las hojas de otoño accidentándose entre sí y los pasos de alguien siguiéndome. ¿Y qué me pueden decir sobre lo que vislumbré de esa figura negra que abrumaba el piso? Aunque no quería confirmar ningún miedo, ambas eran evidencias suficientes de que sola no estaba. ¿Quién me estaba persiguiendo?
No estaba cerca de casa, y mis pasos se mareaban por todo lo que sucedía en mi cabeza; por los temores que se rehusaban a convertirse en verdades. Rendida, me perdí en un pasillo de árboles, cuyos follajes formaban un espiral atrapante. Y seguí andando.
¿Alguna vez estamos solos?
Se esconde una diferencia muy sutil, pero gigante a la vez, entre las palabras “solitario” y “soledad”, que desde afuera parecen lo mismo. Es más, hasta podría decir que significan lo opuesto: la primera tiembla por la ausencia de un otro, mientras que la segunda vibra por estar en presencia, en conjunción con uno mismo.
Quizás haya que leer una y otra vez para realmente comprender lo que separa a ambas palabras, hasta que de repente hay un click que hace que todo – todo – tenga sentido. La concepción de la palabra “soledad” cambia radicalmente y deja de tener esa connotación negativa que estamos acostumbrados a escuchar. Estar solo, pero con uno mismo, es entonces sinónimo de libertad.
No es fácil, para nada, porque solemos mirar lo que no somos, lo que nos falta, lo que nos hace menos. Estamos hechos de dualidades, de luces y de sombras, de fuerzas que tiran para arriba y otras para abajo, pero todos nos hacen, y nos hacen uno. Cuando estés fagocitado por pensamientos que te lleven a creer lo contrario, respirá hondo y poné más de vos en cada cosa diaria que elijas hacer.
Nada de medias naranjas; no seamos mediocres como para exigir o ser eso. John Lennon supo ponerlo en las palabras justas:
Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontrás la otra mitad. No nos dijeron que nacimos enteros y que nadie en nuestra vida merece cargar con la responsabilidad de completar lo que nos falta. Vamos por la vida por nuestra cuenta. Y si tenemos buena compañía, es solamente más agradable.
Me quedo muda! qué fuerte es entender que no estamos solos en la vida cuando buscamos tanto a un otro que nos complete! vivan las naranjas. Una vez más te luciste clota. Me siento identificada en cada frase del texto. Gracias por poner en palabras algo tan dificil de reconocer, la felicidad con uno mismo. Te quiero muchoo!!
Estoy en desacuerdo, nuestros genitales son prueba física de que estamos destinados a encontrarnos el uno al otro.
Somos seres incompletos, pasando de simples humanos, sin sentido ni dirección en la vida, a padres arquetipicos, figuras mentales de un tercer ser holístico, salido de la unión de las entrañas de dos personas que se atan en lealtad el uno al otro para poder levantar a su cría hacia los cielos.
Somos decisión de proceamiento frente a la mirada fija de la muerte, somos dos mitades de una nueva vida.
Estás muy cínica parece, y rebuscando revisionistamente en las palabras de falsos idolos. Baja los pies a tierra y mira el cuerpo con el que naciste, eso es más real que cualquier idea sobre la vida que puedas tener vos o cualquier otro.
“Te prohibo que pienses lo contrario.”