Entonces, ahora sabemos que ese color tan atrapante que invade a las nubes tiene un nombre. Las palabras no dejan que nada se escape de su dominio. ¿Eso es una bendición o una condena?
Me impresiona cómo podemos ponerle un rótulo incluso a aquellos momentos que magnifican nuestras pupilas, como si trataran de agrandarse para capturar con más hambre aquello que ven, que las cautiva.
Una bendición y una condena, Clotilde.
Hurrah!!!!!! arrancaron nuevamente…….