Escribir. Escribir. Escribir. Un tema del que –redundantemente– ya se escribió mucho. Leo una pizca del repertorio existente y pienso en la escritura, en mí y en el porvenir. En los miedos infundados y en los que nadan para llegar a la superficie con algún que otro argumento válido.
Imagino un futuro en el que mi motivación máxima sea algo tan simple y esencial como la de contar historias. Tan solo pensar en esa labor hace que mis palpitaciones se amontonen: inflan mi pecho con una mezcla de orgullo y adrenalina. Contar historias: una acción que desde el principio produjo encuentros, conexiones y dio de comer a los relatos que nacieron después.
Leo Zona de obras, de Leila Guerriero (una de mis heroínas). Leo qué dice sobre las crónicas literarias, que son -entre muchas otras cosas – textos que muestran porciones de la realidad, condimentados de climas, tempos, estilos, metáforas que hacen que – siempre y cuando la pieza sea buena – el aliento, los suspiros, el aire se detengan. Porque una buena historia se eleva, gracias a la conjunción de todas esas herramientas. Las palabras se levantan del papel y como gigantes me pisan, me pasan por encima. Me dejan incrédula: cómo es que eso fue real. Desde algo tan simple como el nacimiento de un proyecto, a algo más radical como la vida en una favela o una historia de amor. Todo potencialmente puede inspirar, y saber que le pasó verdaderamente a alguien multiplica las células que nos empujan a movernos también.
Quiero vivir para contar y escribir y no cansarme nunca de ello.
Quiero descubrir verbos que sean como trompadas. Quiero usar las palabras que me fascinaron alguna vez y que guardé en una caja de mi memoria, encajándolas en el momento justo. Quiero poner en papel lo que creemos que no se puede; intentar, o al menos retratar lo que yo vi, plasmar las cosas en las que creo. Quiero desmenuzar la realidad e hilvanarla con un sentido.
Quiero escribir y quiero odiarlo. Quiero volver a levantar la birome aún cuando crea que lo que salga de mí sea una porquería.
Quiero animarme, incluso cuando sé que en este camino no existe la posibilidad de regocijarme en el hecho de que sea fácil. Quiero que ese panorama no me aleje ni me deje inmóvil. Quiero, a pesar de las objeciones o los obstáculos que pueden morder.
No sé cómo ni cuándo, pero quiero. Hoy será acá; mañana veremos dónde.
Linda linda linda Clo
PAC también hace detener el aire…….
Hermoso texto. Escribir es maravilloso y siempre es un camino para vivir y para fluir como el agua, como el universo y para drenar. Es como el pensadero de Dumbledore. 😉 Felicitaciones por el blog.