Qué palabra fuerte, desangrar. Aunque me llamó la atención que te haya impresionado. Es verdad, no es parte de mi vocabulario diario, pero no se me ocurrió otro término para explicar lo que me pasa cuando escribo algún domingo a la noche y siento que con cada palabra me estoy sacando una piedra de adentro. Así, intenso y con la pesadez del bosque. Pero esclarecedor al fin.
Esta página web (o blog, como gusten), nuestra excusa para escribir, redundantemente habla mucho de la escritura en sí. No nos cansamos de decir cuánto nos apasiona, libera y aterra. Por eso tengo la necesidad de explicar que, últimamente, escribo para buscar transparencias entre mis pensamientos y emociones. Necesito vislumbrar y bajar a tierra los huracanes o calesitas que tengo adentro.
Escribo y puedo dormir tranquila.
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La paradoja es que me aburre. Lo necesito, seguro, pero tanta intensidad – repito esta palabra a propósito – a veces me cansa, y me gustaría que mi escritura pudiese encontrar otros senderos, no solo fines puramente catárticos.
Estoy leyendo Big Magic: Creative Living Beyond Fear (me lo prestó Shari/si no se lo devuelvo en breve me mata/ seguro me lo llevo en el verano/ confesión inoportuna), donde la autora, Liz Gilbert, habla de que la creatividad es una cualidad inherente a todos, porque somos por naturaleza creadores. El mero hecho de existir en este mundo nos habilita a expresarnos, pero muchas veces nuestro discurso interno nos desanima y bloquea el canal creativo. Ella habla de las ideas como si fuesen corrientes de aire que navegan alrededor nuestro, esperando chocarse con aquel que pueda y quiera manifestarlas. Quizás se marchitan, o en una de esas se retrasa el momento porque el receptor de la idea se ve sucumbido ante el miedo al fracaso… pero otra posibilidad es que esa idea se manifieste. Como las hojas que caen sobre nuestras pestañas en el texto de Clarice Lispector, las ideas tienen una delicadeza y parsimonia que solo se valora si estamos atentos y tocados por la capacidad del asombro.
Entonces lo que digo es que quisiera escribir, explotando mi creatividad y dándole rienda suelta a mi imaginación, en lugar de someterla siempre a una sesión terapéutica.
Ir a comprar un libro, una manzana, cargar la SUBE – lo que sea – y ser una espectadora de la realidad. Y si no aparece ese cosquilleo inspirador, escribir por el mero hecho de hacerlo y mejorar y ver qué sale. Algo seguro voy a encontrar.
Puedo hilvanar palabras que hablen sobre ese paseador de perros escoltado por caniches que tenía cara de “odio mi laburo pero al menos me voy a tirar a tomar sol un rato”, o de la moneda de 50 centavos que encontré ayer en el piso y del bolsillo del que habrá caído. Puedo transcribir un diálogo entre dos señoras haciendo una fila en una librería: hermanas que se parecían más con los años y que solo saben ponerle cara de preocupación a las cosas. Lo veo clarísimo: el ceño fruncido, la boca un poco enrulada y retorcida, la mirada algo parecida a la del perro de Hush Puppies, conversando con un tono lúgubre sobre cómo Zelmira se olvidó de comprar peras para cocinar el budín.
Puedo escribir de personas que no conozco, todavía.
Puedo describir la textura de una pasa de uva cuando la estoy comiendo/ puedo alterar anécdotas y condimentar un poco esa vez en la que me bocharon de un boliche cuando vieron mi cédula y me hicieron sentir que la foto es tan espantosa que me parezco a Daniel Agostini/ puedo enumerar el listado de insultos que quisiera decirles a algunas personas y no me animo. Y etcétera.
Puedo lo que sea para ser lo que sea, y así, ser más yo que nunca.
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Hay muchos disparadores que nos pueden dar una mano también. Una muy conocida es escribir ni bien nos despertamos, para que fluya todo el material onírico. Si hay más de una persona, se puede recurrir un juego de palabras usado por los surrealistas, conocido como cadáver exquisito. Y sino en Rookie, el sitio web creado por Tavi Gevinson, hay algunos posts que también dan ideas, bajo el rótulo de Creative Prompt, como por ejemplo escribir una carta de amor un cuento a partir de una palabra.