Impresiones parisinas vol. 1

Caminando por París uno mira, mira, frena, piensa y en el ínterin, se pregunta tantas cosas.  Me llaman la atención muchos detalles, cosas mínimas, como actitudes que veo entre los parisinos y sus diferentes hábitos.  Si bien es verdad que doy muchas cosas por sentado, después de estar dos meses viviendo acá, también tengo que confesar que me sigo maravillando cada vez que veo las típicas cosas turísticas.  Estoy sentada en una plaza, si es que puedo llamarlas así, porque difieren totalmente de la concepción argentina, y muchas veces tengo que frenar para tratar de capturar con mis ojos todo lo que pasa a mi alrededor.

ACLARACIÓN Nº1: Me parece que acá debería hablar de “jardines” más que de plazas.  Estéticamente, los cuidan muchísimo y tienen un estilo algo barroco.  Definitivamente propagan un aire de grandilocuencia.  Pero no puedo sentarme en el pasto, y mucho menos recostarme mientras escucho música.  Mmm, en ese sentido, me gusta más la informalidad porteña.

RECALCULANDO: estando en Praga o Berlín (qué suerte la piba), fue fácil encontrar una historia, pero la verdad es que en París, a veces me cuesta encontrarla.  Mi mente acumula un pastiche de impresiones e imágenes que se yuxtaponen. Esa confusión me maravilla porque me da intriga; París me está desafiando constantemente.  Es tan grande que no puedo agarrarla y me pasa que no sé por dónde empezar.  Será que lo especial está en el hecho de que puedo entrar donde a mí se me plazca.

“Hola, qué tal.  Hoy, una ensalada, por favor”.

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No, no leí Rayuela (sí, lo sé, soy una bestia).  Pero hoy estaba caminando y llegué a las rayuelas que hizo Marta Minujín para celebrar el centenario del nacimiento de Julio Cortázar.

Había gente, pero no tanta.  Algunos nenes saltando las rayuelas, pero dispersos.  Muchos miraban con incredulidad, y es más, a mí me parecía raro ver los carteles del Gobierno de la Ciudad, con su amarillo característico, en París. Por un ratito, volví a Buenos Aires, especialmente cuando me puse a hablar con una argentina que repartía los folletos de la actividad. Macri, realmente estás en todos lados.

Creo que muchos franceses no saben de Cortázar. Ni bien llegué, en enero, le pregunté a un guía en qué cementerio estaba enterrado y no supo decirme quién era.  No los culpo; es muy de argentino esperar que los otros sepan de nuestros próceres.

Pero bueno, las rayuelas estaban ahí, gritándome con sus colores fluorescentes, así que salté.  No sé si llegué al cielo como indicaban, pero me divertí un rato, jugando, saltando, jugando a ser una ferviente admiradora de Rayuela y de Marta.  

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Corazón callejero- espejado-encontrado- arrinconado.  (Por si se olvidaron, colecciono corazones callejeros.  Puede parecer que estoy loca, pero hay dos opciones: me persiguen, o tengo un radar para detectarlos).  ¿Lo encontraron ustedes?

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En París hay pobreza; no es solo un mal que nos pega a nosotros.  Pero, a todos los que veo pidiendo plata en la calle tienen un perro al lado.  Aún no logro descifrar el porqué.  Las opciones son las siguientes: ¿será para apaciguar la soledad? ¿Para disminuir el frío durante las noches? ¿O para ganarse unas monedas más?

Cuando alguno encuentre la respuesta, por favor que me la diga.  Mientras tanto nosotras nos hicimos amigas del vagabundo que vive a una cuadra de nuestra casa.  La primera vez, nos asustó con algo parecido al aullido de un león (sí, hay que tener mucha imaginación).  Y hoy, saludarlo es parte de nuestro ritual matutino.

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París está plagada de carteles que indican que en ese lugar nació o murió X persona célebre.  Me encanta que quieran cristalizar esos momentos porque así, dotan a esas esquinas con una magia especial.  Y hasta cambia la percepción que uno tiene del lugar, porque no es lo mismo caminar por una calle sabiendo que allí Picasso pintó el famoso Guernica.  O que en ese café se sentaron Napoleón y Robespierre.

Quizás lo hacen para informar al turista, o para aumentar la grandeza parisina (los franceses se aman y no tienen problema en demostrarlo). ¿Habrá dentro de muchos años una placa con mi nombre en Rue Christine? (soñar es gratis).

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No todo en París es de cuento de hadas; yo creo que eso aún la hace más especial, porque la baja a tierra. Hoy caminamos por una zona que me hizo acordar a Kreuzberg, en Berlín.  Paredes con graffitis- aluvión de mercados chinos- cajas con cangrejos vivos-  controles remotos insertados en la pared- mercados de comida árabe-bla-bla-bla.  Fue un descanso entre tanto turista que se apodera de las calles, especialmente cuando es sábado.  Pero París igual encuentra la forma de inmiscuirse allí y se materializa en los cafés con sus mesas pegadas, una al lado de la otra, sin espacio para transitar entre ellas.

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Belleville
 

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París, aún no logro sacarte la ficha.

Un comentario en “Impresiones parisinas vol. 1

  • Contestar Sevilla de miarma - Postales a Casa 11/06/2014 at 12:44 pm

    […] saben lo que me cuesta escribir sobre Sevilla. Cloé les cuenta sobre París como si le fluyera de los dedos pero yo no puedo, porque escribir sobre esta ciudad […]

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