Estoy sentada, y mis ojos aparentan que estoy sumida en el trabajo. Pero no (risa malévola). Esta hoja cibernética está en blanco y mi cabeza la imita. WordPress, con ese insulso “Enter title here“, se burla de mí y no sé cómo arrancar… aunque ya lo esté haciendo.
Atrás suena el noticiero que retumba, como si me hablara una voz de mi conciencia, anunciando cada minuto nuevas noticias trágicas, desgarradoras. Y alrededor, el ruido insaciable de teclados que escriben palabras que se materializan, pero que carecen de sustancia.
Mi cabeza está apagada y el instante se detiene. ¿Por qué lo subestimamos? En definitiva, ¿no somos instantes?
¿Tu vida no puede cambiar en un instante?
*
Hago un corte transversal y miro al tiempo de una forma diferente. Lo congelo y el instante se vuelve expansivo, lateral. Y en su anchura caben infinitas posibilidades, desde la adrenalina agobiante hasta la parálisis total.
¿Los valoramos lo suficiente? ¿Los matamos cuando los inundamos de ruido, de automatismos? ¿Podríamos vivir de otra manera?
*
En la oficina pusieron teclados inalámbricos y siento que fuese navidad. (¿Se escribe con mayúscula?). Miro al reloj, tengo todo el día por delante, y pienso que hace tan solo unas horas estaba bailando como loca al ritmo de tambores varios con un vaso de plástico lleno de vino. Mis dientes, mis labios estaban violetas, y la fiesta siguió en la calle y me olvidé por completo de que era lunes. ¿Era lunes? ¿No estaba de vacaciones en algún lugar remoto, paradisíaco? ¿Era vino o piña colada? Quizás estuve en varios lugares al mismo tiempo. Pero ahora estoy acá, el tiempo se dilata, especialmente en esos días en lo que me cuesta activar y en la licuadora están los componentes “cansancio”, “Valium”, “siesta”. Spotify funciona como una farmacia virtual y camino entre sus playlists con nombres ridículos, cada una prometiéndome una solución: “acoustic morning”, “acoustic evening”, “chill and surf style”, “relax & unwind”. Me duele la panza. Me dolió ayer y seguramente me duela mañana también. Es una alarma que me dice: “Hasta que no resuelvas disyuntiva X, este dolor no se va a ir, porque vos sos dueña de tus decisiones. Dejá de relegárselas al mundo”. La disyuntiva X es una boludez, del estilo: ¿voy o me quedo? ¿Le contesto o no?… Decisiones banales que se soplan con el viento, pero aun así me pesan porque son mías. Aunque a veces el azar hace su magia, y me gana de mano. Por suerte. * y continúa el espiral, el balbuceo, la sinapsis. *
***
En un instante puede pasar más de lo que podemos imaginar. Silencio o algarabía; acción o inmovilidad. Nudos, purpurina, dientes violetas, o lágrimas acompasadas. Cualquier cosa: todo y nada.
No subestimen al instante. Ni siquiera al más cotidiano.
Que loco que la persona que hace este comentario, lee tus posteos, es la misma que te asigna tus tareas diarias y quien imagina que estas absorta en las mimas jaja
Somos dos en ese mismo escenario, claro que mi lunes… fue muy diferente.
Me tomo este instante… pienso en mis disyuntivas, me divido entre las obligaciones, mensajes, notas, letras de canciones que me susurran al oído… Necesito instantes de muchos segundos!!! Y cuantos perdí por no valorarlos.
Gracias por compartir muchos otros del otro lado del monitor, levantemos las cabezas… vos y yo sabemos porque nos reímos 😉
Mucho amore para vos, mi Clotilde.