Viajé muy tranquila. No me invadió aquella ansiedad tan característica en mí. Hasta el último momento, aparecían cosas que robaban mi atención, como por ejemplo, el hecho de que mi computadora se quemó aquella mañana. Nada grave; todo tiene solución (este es el tipo de filosofía zen que quiero empezar adoptar; vamos a ver si dura, já).
Viajé con un bebé que no se reía, pero pintarle una sonrisa se convirtió en mi objetivo del viaje. No podía rendirme: me pasé todo el vuelo haciéndole gestos bastante estúpidos; all menos así lo pensaron los holandeses de la aerolínea KML. También me encontré con el célebre Alexander Caniggia, hijo del gran Claudio Paul y hermano de la súper Charlotte Champagne (por supuesto que todos los adjetivos en esta oracíon están totalmente de más), ¡Qué suerte la mía!
Pero llegué. Llegué a una callecita tan chiquitita que no está en los mapas. Angosta y escondida, pero con nombre propio: Christine. Entré al departamento y lo sentí mío, hasta a mi cuarto, que tiene 1.50 centímetros de alto (sí, tengo que agacharme cada vez que entro y sí, me golpeé la cabeza al toque).
¿Recuerdan que les dije que viajé tranquila? Bueno, de a poco creo que se fue asomando la ansiedad de querer hacerlo TODO. Es una rara sensación, pero tras dos días de estar acá, siento que ya pasó más tiempo, que hablé francé como nunca en mi vida y blablabla . Ommm: filosofía zen mode ON. Es ahí cuando freno y recuerdo que nada me apura, que esta experiencia es mía y que… ¡Acabo de llegar!
París tiene de esas cosas tan parisinas que en todas sus esquinas encuentro postales cotidanas, como orquestas montadas en plena calle, que crean una melodía que logra frenar el frenesí de esta magnífica ciudad. También tiene un atardecer que pinta de amarillo al Notre Dame, irrumpiendo así el gris invernal. Los cigarrillos que agonizan y mueren lentamente en los ceniceros. Los cafés con sus sillas apretaditas, que se tocan, se apretan, se seducen. Todo eso es apenas un rinconcito de París, capturados por estos ojos de niña inocente que se sorprenden por todo.
Corazón callejero (?) Nº 1 Tocando tan coquetos en la pituca St. Germaine
lindo lindo clo, quiero más!