Los sorteos vienen con ese sabor agridulce causado por una mezcla de sentimientos, como “seguramente no salga mi nombre”, junto a un tímido “pero ojalá que sí”.
Esta vez, salió.
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Lugar: Ateneo Grand Splendid
Fecha y hora: viernes 4 de diciembre, 19 hs
Ahí, en ese teatro devenido librería, tuve la suerte de asistir a una conferencia y conocer al autor galés Ken Follet quien escribió, entre otros tantos de sus bestsellers, la trilogía The Century. El contexto de esta serie de novelas es el siglo XX, período que el célebre historiador Eric Hobsbawm definió – entre 1914 y 1991 – como la “época de los extremos”. Y sin duda fue así. Incluso pienso en todo lo que pasó (dos guerras mundiales, la guerra fría, la guerra civil española, la revolución rusa, Cuba, Corea, bum bum bum) y se me atraganta el aire. La lista es tan extensa que le dedicó seis meses enteros a estudiar todo, para luego comenzar a plasmarlo en papel. Todas esas atrocidades son parte de nuestra historia, y entonces me pregunto, ¿aprenderemos alguna vez?
Los tres libros que componen la saga – que llevan vendidos 18 millones de copias – son: “La caída de los gigantes”, “El invierno del mundo” y finalmente, “El umbral de la eternidad”. En ambos se camina generacionalmente por cinco familias provenientes de distintos países (Estados Unidos, Inglaterra, Gales, Alemania y Rusia).
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Voy a ser honesta. Solo leí esos tres libros, nada más, entonces no puedo decir que seguí toda su obra o que soy su fanática n°1. Puedo confesar también que si no le hubiese prometido a mi hermana que le firmaría el libro, habría dejado esas 600 hojas en casa en lugar de cargarlas. Pero aún así, disfruté la evolución de cada personaje, como también los diálogos y las descripciones que sin dudas me llevaban ahí, a la guerra de Vietnam o a las trincheras de la “Gran Guerra”.
¿Sigo siendo honesta? Me volví más aficionada después de escucharlo. Y me alegra saber que tengo grabado en mi celular a uno de los escritores más reconocidos de este tiempo.
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Ken Follet viajó a muchos de los lugares donde situó sus novelas para adentrarse en las historias y así, narrar con más legitimidad. ¿Cómo escribir de los viajeros de la Libertad (Freedom Riders) que fueron atacados en Anniston o Birmingham sin conocer cómo es recorrer el país en uno de esos colectivos, o sin haber entrevistado a alguien que lo vivió en carne propia? Quizás no todo escritor tiene esta suerte, pero él pretendió palpar la historia entre sus manos para llevársela más íntimamente al lector. Y lo aplaudo por eso.
Ahora, él dejó en claro que ante todo está la fidelidad con los hechos y es por eso que – por más de que en más de una ocasión le hubiese gustado cambiar la historia – no puede, y ahí está el desafío. Alguien le preguntó por qué no escribe algo del conflicto palestino-israelí, y su respuesta fue simple: porque aún no terminó.
¿Quieren una primicia? Actualmente está trabajando en una novela de espías ambientada en el siglo XVI, cuando la reina Isabel de Inglaterra creó el primer servicio secreto inglés, ante el miedo y amenaza inminente de que la mataran los españoles.
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Obtenemos algo de una novela histórica que no te da un texto regular: cómo se sintieron las personas. (…) El gran milagro de la literatura es poder compartir los sentimientos de alguien que ni siquiera existe.
Follet hizo hincapié en la importancia de involucrar emocionalmente al lector. Como amante de la escritura, me pareció súper interesante escucharlo hablar del tema, especialmente considerando que me cuesta muchísimo escribir ficción y crear personajes de cero. Su técnica – infalible – es pensar antes de que comience la escena a qué le tienen miedo y qué anhelan los personajes. Como un eco, repitió: “Hopes and fears“.
Y es admirable cómo, de alguna manera, hay que dejar la propia individualidad para desdoblarse en historias que la mayoría de veces son totalmente ajenas a nosotros. En la conferencia, él hablo particularmente de dos personajes: Ethel y Maud, dos sufragetes que lucharon por obtener el voto femenino. Primero se preguntó por qué les importaba tanto cumplir su objetivo, si en la mayoría de los casos esto implicaba, como mínimo, que las encarcelaran. “Atravesaron problemas en sus vidas que les enseñaron que necesitaban poder político”. Y es por esto que termina metiéndose en la piel de una mujer que, por un lado, viene de una familia adinerada pero a quien no se le permite ir a la universidad, y en la de otra que no tienen ningún tipo de derecho después de haber perdido su trabajo. Follet intenta tomar el latido de las dos para hacerlo propio, y es así como habla de algo tan delicado y poderoso como la opresión de la mujer. Quizás sea empatía, imaginación… o una afinidad humana que permite hilar tan fino que podamos conectar, más allá del tiempo o de las culturas.
“El mayor desafío de escribir un drama histórico es encontrar qué pasa en las vidas de los personajes que los lleva a hacer sacrificios y ser valientes”.
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Minucioso, sin dudas, Follet asegura que antes de comenzar a escribir el primer capítulo de sus novelas, ya sabe qué pasará en los restantes. Y ante la consulta de por qué pensaba que sus novelas se adaptaban tan bien al lenguaje audiovisual, él dijo que siempre intenta crear una nueva pregunta en la cabeza del lector antes de contestar la anterior. En la televisión pasa lo mismo, porque nunca está “todo bien”. La diferencia – en mi caso – es que odio cuando me pasa eso con la televisión, porque termino pegada a una pantalla, pero no hay sensación y contradicción más dulce que querer comerse un libro pero a la vez tener lástima de que termine.
Además, dice que predomina siempre el personaje pasional, impulsivo, aquel que asume riesgos, porque en definitiva es el que se mete en problemas que después tienen que resolverse. ¿Y si los copiamos y nos metemos todos en más quilombos? O mejor: seamos más valientes. Ese consejo me gusta más.
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Follet, uno de los autores más importantes de la actualidad, más allá de todo, dice que la literatura no da respuestas. En cambio, sugiere que puede presentarnos visiones diferentes de un mismo tema, y al final, cada uno crea su propia verdad. Por eso, él sostiene que “una buena novela es aquella que te permite llegar a tu propia conclusión sobre qué es lo correcto y qué no”.
Y sentenció: “las novelas no nos dan respuestas a las preguntas, sino que nos brindan posibilidades”. Nos dejan navegar por mares desconocidos, meternos en relaciones, luchar peleas ajenas. Las novelas nos dejan ver otras vidas, para después vivir más intensamente la nuestra.
Cloe: lo lograste – tengo ganas de salir corriendo y leer todos los libros de Follet.
vos y Sharon estimulan para que seamos mas valientes y no escapemos a los quilombos.
Gracias Loreta! Fue un lujo escucharlo!!