Mientras una se masacra con una pinza en el baño, la otra escucha y contesta desde su cuarto, a la misma vez que escanea su placard y elige qué remera le queda mejor, más sexy. Una se lava los dientes y habla y pareciera que tuviese rabia. Hace gárgaras con sus tantísimas dudas para ver si escupe alguna solución. El cerebro de la otra está usurpado por la cuestión de las remeras pero sabe que igual, no, no tiene ninguna respuesta que pueda ayudarla realmente. Solo dice lo suficiente como para tranquilizarla, al menos por un rato. Hasta que todo vuelva a brotar, una – vez – más.
¿Qué pasa cuando no sé qué decirte? ¿Cuándo lo único que me surge decir – porque te quiero, y quiero que estés bien – es que vayas a un psicólogo, porque seguramente pueda servirte más?
¿Soy una hija de puta por pensar eso? ¿Por qué está tan mal visto?
En el mundo hay dos tipos de amigas: las que hablan y las que escuchan. Las primeras son las que acaparan el encuentro hablando de lo que les pasó, piden consejos, plantean escenarios posibles, barajan algunas soluciones, y después de un análisis exhaustivo vuelven al quid del tema. Después, recién después, se asoma un tímido: “¿Y vos?”. Las otras escuchan, aconsejan, preguntan, escuchan. Y si hablan es al final, un ratito, cinco minutos antes de que llegue la cuenta. En cada amistad una puede asumir un rol diferente porque claramente son intercambiables. En general, aunque no soy la persona más callada, yo soy de las que prefieren escuchar.
Entonces, como oyente certificada tras largas conversaciones con amigas – muchísimas de las cuales, tengo que admitirlo, fui yo la que taladró a varias -, pregunto: ¿por qué no está socialmente bien recibido recomendarle a alguien que vaya al psicólogo? ¿No tenemos todos problemas para resolver?
Aclaremos: que te quiera decir que vayas, no significa que te esté decretando psicópata. Loca, quizás. ¿Pero quién no lo está? ¿Cuándo te martillo horas hablando de lo mismo aunque sé que estoy dando vueltas y vueltas, no soy yo la loca? ¿Y entonces?
Pero, aceptar que uno debería ir al psicólogo es reconocer que sí, indefectiblemente hay nudos depositados en nuestro estómago que tenemos que comenzar a deshilachar. Nos cae la ficha de que tenemos que resolver algo . ¡Y puede ser cualquier cosa!
Quizás un psicólogo no sea la respuesta, porque no a todos les gusta. Algunos prefieren hablar con otras personas, desde un profesor, un tío, un perro, quién sabe. O quizás expresándose, sea pintando, componiendo, y la lista de gerundios puede seguir interminablemente. Depende de cada uno. Pero asumiendo que la solución más común es ir a un psicólogo, como amigas preocupadas por la salud emocional/mental de la otra, ¿no deberíamos estar habilitadas a dar ese consejo cuando lo vemos oportuno?
A veces existe un rechazo a este tipo de comentarios porque creemos que somos súper personas y que podemos resolver todo solos. O que de un día para el otro, así como por arte de magia, todo se va a esfumar y vamos a movernos como plumas. ¿Cuál es el problema con pedir ayuda o aceptar que la necesitamos? Si un amigo nos sugiere hablar con alguien que sepa más del tema que nos está aturdiendo la cabeza… ¿es porque se hinchó de escuchar? Puede ser… o seguramente sea porque no sabe qué decir que honestamente pueda ayudar.
Voy a ser sincera y admitir que, si hace un tiempo alguna amiga me hubiese dicho que lo mejor sería ir a un psicólogo, me hubiese enojado. Soy una persona orgullosa y no sé qué tanto me banco las críticas, entonces me lo hubiese tomado como un ataque personal. Pero yo empecé a ir a un psicólogo (por decisión propia) y mi perspectiva cambió mucho. No digo que ahora no tenga mis mambos y que sea 100% zen, pero sí soy consciente de lo bien que me hace. Y de que, muchas veces, no puedo resolver todo sola, y aunque me encanta saber que una amiga me puede prestar un hombro, muchas veces necesito la mirada de alguien distante. Se da un espacio en el que puedo hablar de todo, sin barreras ni condicionamientos, y no siempre pasa con un amigo, más allá de que tengamos infinita confianza. Pero aún así, sé que no a todos les gusta.
Entonces… si alguna vez… te recomendaran que lo mejor sería que… vieras a un psicólogo… ¿cómo reaccionarías?