Es una palabra feliz. Amigable, al menos. Alguien que anda es alguien que camina, que da saltitos, que se entusiasma con las flores. O quizá sea la impresión que me da esta palabra por todas las vocales abiertas que tiene, que me abren los brazos y me señalan para que sí, dale, que me una a su paso exaltado y que escuche los cuentos que recopiló en sus andanzas.
Entonces camino acompañada y feliz porque este es uno de esos días de alegría sin manchas, como esos días difusos de la infancia.