Dos verbos que a veces – más de las que me gustaría – se diluyen y vuelven intercambiables. Escribo, no freno, algunas oraciones confunden, otras se convierten en esqueletos, pero siempre, siempre, estas dos palabras se repiten incansablemente. Lo noté hace poco, cuando las vi titilando mientras editaba los posts, pero pasó menos tiempo aún desde que me di cuenta que no debía usarlas como si fuesen ...