Una, dos, cuatro, siete. Y esto recién empieza. Como un film que podría ser de terror, las gotas de transpiración me recorren como una horda de arañitas que pretenden colonizarme. Afuera, ¿quince grados? Acá: cuarenta. Cuarenta grados que se multiplican porque estoy en un espacio cerrado, con otras ¿treinta? personas que eligen venir a lo mismo, a las arañitas. La temperatura es el factor diferencial ...