Sharon:
Cloé me llamó. Era de noche cuando sonó el celular y yo estaba en Roma. Me fui del cuarto del hostel para no molestar a los dos suecos que descansaban en las camas de al lado y salí a la calle. Sentada en la vereda de enfrente charlé con Cloé con la tranquilidad con la que uno dice las cosas cuando está en un país que habla una lengua extranjera. Horas antes, al recorrer la colina de Aventino, había encontrado la hoja de un árbol con forma rara y como me gustó tanto la guardé en mi cuaderno, aplastada entre páginas. La hoja del árbol tenía una pelucita de un lado, suave como el terciopelo, parecía una cosa rara de invierno entre tanto verano.
Yo sabía que del otro lado del mundo estaba Cloé en su casa, pero en Roma solo podía escuchar su voz a través del parlante, su voz que me contaba que había tenido una semana difícil. Se sentía desganada y empeoraba las cosas sentir que le transmitía esa pesadez a otros. Dijo:
– ¿Cómo hacés para ver siempre las cosas positivas? Sé que es un tema de actitud, una forma de vivir, de pensar, y quería hablar con vos por este tema… ¿Cómo hacés? Me gustaría hacerlo yo también. ¿Cómo lo hago?
Se me ocurrió decirle lo de la hoja que había encontrado esa tarde cerca del jardín de los naranjos. Le conté que al verla le dije al Tano: “¡Tano mirá! Mirá la forma qué rara” y que la levanté del piso, la acaricié con los dedos y me la guardé, la llevé en mi mochila. El Tano acostumbrado a estas cosas, dice que a veces piensa que en vez de estar conmigo, está con Valentino, el chico italiano de tres años al que cuido por mi trabajo de au pair. A veces yo me siento de tres años también porque me entusiasmo fácil, me gusta asombrarme. Miro mucho, busco, camino y levanto los ojos para arriba, abajo, a los costados… Presto atención, intento con toda la voluntad que tengo, prestarle atención al mundo como una forma simultánea de decir: estoy acá y la vida no me pasa de largo, y también de apreciarlo. Que las hojas dejen de ser todas verdes e iguales y empiecen a distinguirse: las hojas del sauce llorón, las hojas del limonero y las hojas de forma rara suaves como el terciopelo.
Le dije eso mismo a mi celular: palabras que a ella le llegarían como ruido escupido por su parlante, le dije eso que pienso: que para mí las claves están en las cosas chiquitas que en general pasamos de largo. Y le sugerí: “Clota, porque no hacemos esto, anotate cada día algo lindo que te pasó, o algo que agradecés, es una forma de repensar tus últimas horas y concentrándote solo en lo bueno, en lo positivo, no, mejor, ¡tengo una mejor idea! No lo anotes, sacale una foto y listo. Sacale fotos a cosas lindas que te pasan cada día durante la semana y después me las mostrás. Yo hago lo mismo si querés”.
Así que acá están las fotos de cada una: Cloé desde Buenos Aires y yo desde un giro por distintos puntos de Italia (estaba viajando esa semana). Me gusta que para este proyecto una haya estado quieta y la otra en movimiento, porque sé que es mucho más fácil notar los detalles cuando estamos en lugares nuevos, de viaje. Cloé en cambio tuvo que afilar la vista y fijarse en los detalles lindos del día a día, que – como sabemos todos – es algo que cuesta un poco más.
En el bar de enfrente me pido el clásico cappuccino antes de tomar el autobús con dirección a Nápoles. Veo el dibujo y me emociono tanto que exclamo: ay! che bello, grazie! Y le agradezco al barista mientras llamo al otro y le ordeno: guarda! guarda che bello! (Sharon)
Shari, ¡se parece a mi tatuaje! Cuatro cuores o un trébol, como quieran verlo. (Cloé)
Me sacaron la foto porque pensaron que me había quedado dormida. Pero en el fondo escuchaba el film de Netflix de turno y a mi familia opinando. Voces dispares, risas exageradas, tazas de té y cajas de chocolate armenio. No me puedo dormir porque no quiero. Me gusta, al menos así, con los ojos cerrados, ser parte. (Cloé)
Se abrieron las puertas del ascensor en el séptimo piso (donde estaba el hostel) y del otro lado, esperándolo, estaba Juan, un amigo con el que fui al colegio y que conozco desde que tenemos seis años. El grito que pegué… (Sharon)
Trini me conoce y sabe que puedo ser un dolor de cabeza cuando vamos a comer. Yo: “Por favor, que no sea frita. Con poca aceite, y si puede tener menos pan rallado, mejor“. Ella:”Boluda, ¿vos te pensás que no está hecha? Dejate de joder“.
La milanga de La Dorita no tiene nombre. Y la frita, ni te cuento.
(Cloé)
Todo esto para una sola persona (me comí todo, obvio). (Sharon)
Voy a ser tu mayordomo
Y vos harás el rol, de señora bien.
O puedo ser tu violador
La imaginación
Esta noche todo lo puede
(Cloé)
El verano en Italia es algo que me mata. A falta de espacio (y de arena) nos acumulamos todos uno sobre el otro en las rocas. No deja de asombrarme. (Sharon)
La borra del café turco es un viaje siempre. Va hacia mi pasado, con mi abuela repitiendo las tres mismas sentencias: plata, viajes, amores. Y hacia el futuro, dibujando, apostando con las ficciones que pueden ser. (Cloé)
¡LO ENCONTRAMOS! Uno de nuestros desafíos para recorrer Nápoles consistía en encontrar alguno de los afiches de Maradona que había pegado San unas semanas atrás. ¡Encontramos dos! (Otro grito sin nombre de mi parte). (Es parte del combo). (Sharon)
Mi tío Emilio compra este whisky nacional por Internet. Domingo. Irme sin probarlo no era una posibilidad. (Cloé)
No tenía idea hasta que llegúe, pero Nápoles tiene el mejor café del mundo. Suave, sin el dejo amargo, ahhhh. En el bar, como en cualquier otro lugar de la ciudad, no se hablaba de otra cosa que del dolor puro, la rabia y la decepción del abandono del Pipita Higuaín al trasferirse a la Juventus. (Sharon)
Empecé este libro sobre una iraní que cuenta su vida personal vinculándola con la apasionante historia de su país. Es mi droga del colectivo. Todavía me impresiona cómo algunos libros llegan a nuestras vidas en determinados momentos en los que la sincronicidad parece una joda del destino. (Cloé)
Curiosidades: muchas de las calles napolitanas están empapeladas con avisos fúnebres. Me pareció una costumbre pueblerina en una ciudad de 960 mil habitantes como los que tiene Nápoles. (Sharon)
Biti volvió a las canchas y las Roial Jaines ganamos 11 a 0.
Si la profecía de Rita se cumple, en 4 años nos ven en los próximos Juegos Olímpicos. (Cloé)
*
Cloé:
Me preguntan qué me apasiona, qué me hace bien, y las pupilas se me dilatan por la desesperación de no saber.
Pero ese no es un impedimento. Al contrario, es el comienzo de una búsqueda. Probar cosas nuevas y ser paciente con ellas, para ver si nos devuelven algo o no (eso va para mí: creo que empecé mil actividades este año y no me duró ninguna más de dos clases). Y creo que tiene que ver con la actitud con la que encaro las pausas diarias, los caminos. La atención que le presto a las cosas, para sumergirme en el momento. La música que suena mientras manejo; a veces escucho mi voz, cuando la canto con tanta potencia que quiero que se rompan los vidrios. O el hábito de estirar mi cuerpo antes de salir de la cama, en vez de inundarme de una con las millones de redes sociales.
Rutinas que pensamos que nos desconectan, pero que en realidad nos terminan conectando mucho más, con nosotros mismos.
No sé, son cosas chicas.
O sí lo sé: porque en realidad, son enormes.
A mi me devuelve la buena onda un manga que se llama Yotsubato! que son unas tiras de una nena de 5 años descubriendo el mundo con su ocurrencia. Busquen “manga yotsubato!” en google que sale para leerlo todo. (Se lee de derecha a izquierda.)
Chicas: me encanta como lo resuelven…
la vida es así …los momentos malos hay que transitarlos.. y mejor si es con una amiga…
Uds a mí – me traen alegría – siempre siempre